
Pintar no es copiar.
Un buen cuadro no es la reproducción de lo visible, sino el resultado de nuestra mirada sobre aquello que observamos.
De esta manera, los muros de una casa pueden convertirse en limpios planos de color neutro, las ventanas en profundos oscuros que acogen, y los misteriosos destellos de luz sobre la naturaleza en franjas de papel pegado, salpicados de violetas y rosas…todo está dicho ahí, mediante la mirada que transforma, aquella mirada que se enamora del objeto.
Así son los jarrones de Morandi, las catedrales de Monet, los maravillosos árboles de Soutine, y las atmosferas envolventes de Rothko. Todos ellos: jarrones, catedrales, árboles y atmosferas fueron observados y pintados extrayendo de ellos su extraña energía.
Gracias a la pintura, vemos por fin, por qué nos conmueve el mundo.
Inés Losada, Madrid, Septiembre/ 2015
Mira este retrato múltiple en todo detalle, hecho en lápiz y anilinas y a partir de unas fotos de lo más imperfectas! Sin embargo el resultado es lo que buscaba: un grupo de amigos pasándolo bien, formando parte de un todo a pesar de ser cada uno una entidad independiente…
