Es un espacio pequeño, de no más de veinte metros cuadrados, pero tiene techos altos y un balcón estrecho de madera en la parte trasera al que se accede por una escalerilla. También tiene un ventanal que da a un patio pequeño y lúgubre, orientado al norte. Tiene luz de gas, pero no electricidad, y agua corriente sólo en el grifo que hay junto al lavabo comunitario del patio.
Pequeño, incómodo, incluso insalubre, de ahora en adelante este lugar cochambroso será el centro de la existencia de Giacometti, hasta su muerte, treinta años más tarde.
En el taller de Giacometti. Michael Peppiatt.